
La timidez puede manifestarse en distintos grados, pero básicamente, existen
dos clases: la primera que es la más común y de la que muy pocos se salvan, que
sólo produce un cierto temor para afrontar situaciones sociales, pero que no
impide que puedan ser afrontadas, a pesar de no pasarla del todo bien al
principio. La otra, se denomina fobia social. Es una enfermedad
psicológica que se caracteriza por un miedo constante a enfrentar situaciones
sociales que generan un alto grado de ansiedad y que se traducen en angustia o
pánico.
Una persona que padece de fobia social tiende a evitar todas las actividades
sociales y así progresivamente la enfermedad provoca una vida sin relaciones
interpersonales. Sentir vergüenza de entrar a un negocio a comprar algo, ir a
fiestas, comer delante de los demás, hablar en público, saludar a conocidos en
la calle, mirar a los ojos y conocer a otras personas, son algunos síntomas de
fobia social. Los ataques de timidez pueden traernos problemas en el trabajo
así como también en otras áreas de nuestras vidas, pues impide lograr el
crecimiento profesional y trae frustraciones.
Hay
solución

Para los casos más leves de timidez existe un tipo de terapia llamada de la
asertividad; el paciente aprende habilidades para comportarse frente a otros,
por ejemplo, cómo mirar a las personas, cómo sentarse o mover las manos durante
una conversación. Actualmente, la fobia social es una enfermedad cada vez más
común en la sociedad. Muchos afirman que esta tendencia es el resultado del
proceso de exigencias tanto estéticas como intelectuales, que castigan a aquel
que no logra adptarse a sus parámetros.
Así, la persona prefiere refugiarse en su hogar, donde sabe que no será
rechazada. En este punto se halla el desafío: aprender a convivir con la
timidez y lograr controlarla, especialmente en esos momentos en los que mostrar
una imagen segura puede convertirse en definitivo.
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